Relatos

06.02.2016

“A cualquier hora que entrara en el cuarto, Santa Sofía de la Piedad lo encontraba absorto en la lectura. Le llevaba al amanecer un tazón de café sin azúcar, y al mediodía un plato de arroz con tajadas de plátano fritas, que era lo único que se comía en la casa después de la muerte de Aureliano Segundo”.

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

***

23.01.2016

«Arriba estaba el gigantesco termo blanco —la bomba atómica— y, a la izquierda, la cocina eléctrica y, a su lado, el fogón de sintasol rojo y, más a la izquierda, la puerta encristalada del montacargas y, junto a la puerta, la fregadera empotrada y, sobre ella, el escurreplatos y, poco más allá, la pila, que hacía esquina con el corto pasillo, donde se abrían las puertas de la despensa y el aseo de servicio, y comunicaba con el cuarto de plancha.

Y el grifo frío de la pila siempre goteaba y hacía “tip” y, al cabo de diez segundos, volvía a hacer “tip”, pero eso era cuando todos, niños y grandes callaban, y, alguna vez, Quico arrastraba junto a la pila su butaquita blanca de mimbre, se sentaba y jugaba a decir “tip” al mismo tiempo que la pila y cada vez que su “tip” coincidía con el “tip” del grifo frío, de modo que hiciera “tiip”, él palmoteaba y reía a carcajadas y llamaba a Cris para que fuese testigo.

Frente a la puerta del montacargas estaba la mesa blanca, con el tablero de mármol blanco y un armario blanco colgado donde la Vítora guardaba el frutero con las naranjas, las manzanas y los plátanos, el azucarero, el salero y la tila y el boldo que Papá tomaba por las noches, después de cenar».

El príncipe destronado, Miguel Delibes.

***

10.01.2016

«El oro bruñido de la costra tostada, la fragancia de azúcar y canela que trascendía, no era más que el preludio que la sensación de deleite que se liberaba del interior cuando el cuchillo rompía la tostadita capa: surgía primero un vapor cargado de aromas y asomaban luego los menudillos de pollo, los huevecillos duros, las hilachas de jamón, de pollo y el picadillo de trufa en la masa untuosa, muy caliente, de los macarrones cortados, cuyo extracto de carne daba un precioso color gamuza».

El Gatopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedussa.

***

06.01.2016

«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían tres partes de su haciendas.»

El Quijote, Miguel de Cervantes.

***

05.01.2016

«El remedio para los días de temporal de nieve es cocinar un potaje (…). En la olla las judías empezaban a soltar su caldo mantecoso mientras yo preparaba un ligero sofrito. Por la ventana de la cocina se veía caer una nieve muy tupida sobre los muros traseros y los patios interiores. En otras ventanas había luces encendidas igual que en la mía, gente que tampoco había salido».

Remedios, Antonio Muñoz Molina.

***

01.01.2016

«En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…»

Por el camino de Swann, En Busca del tiempo perdido, Marcel Proust.

Anuncio publicitario